28 de junio de 2009

Instantes III

Miradas vivas
que se cruzaron
intuyendo aromas
sorprendidos de su realidad.

El, allí y ahora.
Ella, aquí y entonces.

Desencuentros en la esquina
que les vio a destiempo.
Amor contado, amor quijotesco
que se mastica en las noches
donde la pasión se pone rapsoda.

No llegó a tiempo,
se diluyó entre versos,
palabras candentes,
susurros mudos
capacidad de crear
alquimias de deseo

Era tan real el hueco de la almohada
tan corpóreo el olor inexistente
que no se sobresaltó
cuando sonó el timbre
del cajón donde guarda los deseos

Abrió confiada dejando entrar
todas las respuestas conocidas

Rápida la mano
abarca la cintura
susurra el roce
de un encuentro repentino
cabalga hacia el hueco
del abrazo prometido
el silencio cómplice
de los días anhelados
sensualidades resbalan
cayendo sonoras
por las curvas abruptas
repletas de receptores

18 de junio de 2009

Laguna (Despertares I)


El agua que estanca su camino
tiene tanto que contar que calla
para no espantar las ondas sueltas
que alteran la chicha calma

A veces el silencio agrupa
miles de voces altaneras
de experiencias irrepetibles
que no interesan a nadie.

Una piedra peregrina
golpea rítmicamente su piel
que por un momento despereza
hasta que el canto se sumerge
en un profundo silencio
y el olvido, cómplice,
amansa la superficie


Imagen de la laguna Salvadora, parte de las Lagunas de Ruidera

10 de junio de 2009

Amor en cápsulas (Poebroma VII)



Admiró sus ojos
siguió el perfil de su nariz
intuyó la suavidad de su nuez
imaginó revolver el flequillo casual
disfrutó la danza de sus manos
su risa la llenó por dentro
memorizó sus frases
y el timbre de su voz
acarició los tuétanos
El cuerpo
se esculpió en mil formas
lo desnudó en otras tantas
Estuvo contemplándolo,
vigilando su presencia
siguiéndolo, adorándolo
Pero todo acaba
y transcurrido el tiempo
apagó el televisor
dirigiéndose de nuevo
sola a la cama

4 de junio de 2009

House, Aurreko House

Este relato es ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Y yo creo en las coincidencias
:-)

Vivo en un mar de dudas. Creo que me he enamorado. He conocido a alguien especial, alguien que me ha hecho sentir cosas que nunca he sentido por otra persona. Un hombre que me altera ya no solo con su presencia, ni con el halo que deja tras de sí, si no que me trastorna con el solo anuncio de su aparición.

Lo vengo observando desde hace varias semanas y este sentimiento ha ido creciendo día tras día. Puede que sea por cómo me ignora, o por esas miradas escrutadoras que me dedican sus expresivos ojos azules. Me dejó prendada su profesionalidad oculta tras una aureola de genio, su manera de andar, su desparpajo innato… no lo sé, pero desde que le conozco ya no soy la misma.

Todas las mañanas espero ansiosa ver aparecer a ese hombre alto, de una edad imprecisa, con su melena despeinada y un rostro desigualmente trazado. Lo parapeta una nariz amplia dispuesta en diagonal, unos labios gruesos con un gesto de un perpetuo beso no dado y sus ojos ¡ay esos ojos que descubrí el día que me miró! azules como el mar Cantábrico, inteligentes y algo pícaros, unos ojos que se esconden tras dos poderosas cejas. El cuerpo grande siempre vestido de blanco y una bata que cae sobre sus hombros con seguridad pero con la amenaza de salir volando en cualquier quiebro que haga al andar.

En mi mundo particular y cercano le llamo House, Aurreko House, porque sí, es médico, el mejor arreglador de techumbres humanas que ha parido la tierra donde nací. En lo suyo es el número uno, todo el mundo lo dice y puedo atestiguar que así lo es porque en estos momentos trata de curar la cabeza de un ser que es para mi el más importante. Y por ello le estaré eternamente agradecida.

Pero no es por eso por lo que creo que me he enamorado, aunque bien puede ser una de las razones, que ya se sabe que el agradecimiento puede confundirse con el amor. Pero no, es su forma de ser la que me vuelve loca.

Ya he dicho que este hombre me ha hecho sentir cosas que nunca sentí antes por nadie. Me pongo nerviosa, respiro aceleradamente, estoy pendiente de cualquiera de sus gestos, y cuando tengo su atención, cuando tiene a bien recibirme, quiero decirle tantas cosas en tan poco tiempo que solo logro hacerme comunicar con pocas frases. Y es que este ser de otro planeta ignora todas estas minucias humanas. Siempre va como si el mundo no fuera con él y cada día que me honra con su atención me deja una sensación de abandono, de anonadamiento, y termino aturdida en medio del pasillo.

Hasta ahora he tenido más rechazos que atenciones por su parte. Cuando me he acercado decidida, eliminando mi sonrojo y mi zozobra hacia él, alzaba su fuerte y certera mano y sin mirarme siquiera decía “No, no, no, noooooooooooo, no puedo, no puedo que tengo que ir al quirófano” mientras el dobladillo de su bata desaparecía en el ascensor.

Pero hoy me ha mirado, hoy que he decidido ignorarle, pagarle con la misma moneda, me ha mirado. Se ha acercado hacia la habitación sin dedicarme una palabra, ha ido a ver a su paciente y cuando salía he conseguido decir algo así como “Quiero hablar con usted”. No sé de donde he sacado el valor porque la fuerza que invertía para mostrarme indiferente se desmoronó al captar su atención. Su ojo derecho fijo en mi frente me ha procesado y su boca, dejando el gesto de beso en el aire, ha emitido las siguientes palabras “Muy bien, muy bien, hábleme pero mientras caminamos por el pasillo”.

Ha sido un momento mágico. En los 50 metros que nos separaban del ascensor hablaba con él manteniendo su interés, sintetizando toda la información que quería que me aclarase en escasos segundos y todo eso mientras seguía la esquina derecha de su bata blanca ondear por el pasillo azul celeste como sus ojos.

El resultado de su respuesta ha sido decepcionante la verdad pero me ha llegado tan hondo que su genial porte, su gran persona, me dedicara unos segundos…

Todos estos pequeños momentos, los rechazos, las parcas palabras, la manera que tiene de torturarme con desmanes y desplantes, esa personalidad de genio al que se le perdonan todas las excentricidades, hacen crecer en mí este sentimiento que me tiene confundida.

En serio, creo que me he enamorado pero a veces tengo dudas. No sé si lo que palpita dentro de mí es amor, admiración y necesidad de captar su atención o lo que realmente deseo, lo que crece en mi fuero interno son unas irrefrenables ganas de… darle una patada en sálvasealaparte.